El médico tratante y, en particular, el clínico, sea cual sea su especialidad, su grado y su modo de ejercicio, se enfrenta además del sufrimiento de su paciente que padece enfermedad hidatídica, que debe tratar (con el objetivo de mínimo de complicaciones y secuelas) o se refieren a un circuito terapéutico adecuado, a la ausencia de una vía de acceso organizada para el manejo óptimo de su condición, especialmente en los países emergentes.

También encuentra grandes dificultades para cumplir la tarea primordial y la primera prerrogativa de su profesión, que es la prevención. Esto es más relevante para otros sectores.

Para luchar contra estos dos escollos principales que enfrenta el clínico, debe organizar y establecer, en colaboración con todos los médicos y biólogos especialistas afectados por la enfermedad, reuniones de consulta multidisciplinarias (PCR) como el del manejo de la enfermedad cancerosa, que se ha demostrado al permitir estandarizar los comportamientos terapéuticos y organizar mejor los circuitos de manejo de la enfermedad.

Paralelamente a estos RCP, también deben elaborarse recomendaciones científicas nacionales, inspiradas en las de la OMS, y adaptadas a la realidad nacional, para el manejo de la enfermedad hidatídica.

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